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Los libros también salen al patio


Por Carmen Sanz

Soy un libro para niños de Infantil y estoy muy contento porque hoy, por primera vez, me ha tocado ir al patio.
Desde hace tiempo veía como algunos de mis compañeros salían cada martes, mientras que yo me quedaba en la estantería esperando. Pero todo cambió ayer. Pilar, la bibliotecaria, suele preparar los lunes por la tarde un armario y dos cajas repletas de ejemplares. Son los elegidos para el patio. En el armario pone los de Primaria, por un lado en español y por el otro en inglés, que para algo somos un cole bilingüe. Las cajas las llena de libros de infantil, los míos. La vi acercarse y mis hojas comenzaron a temblar tanto que casi tiro al resto de mis compañeros. Su mano se posó en mi lomo y sentí una enorme alegría. ¡Por fin!




A la mañana siguiente vino Francisco, el conserje, nos subió a todos en el ascensor, dejó en el porche el armario y a nosotros nos depositó en el banco alargado que separa Infantil de Primaria. No tuve suerte con la mañana ya que no hacía sol pero no me importó mucho porque enseguida unas manos pequeñas y cálidas me tomaron y abrieron mi primera página. Primero me leyó una niña morena de ojos grandes, luego un chaval pecotoso, y finalmente acabé en las manos de Marisol, la maestra jubilada, que me leyó en voz alta para un grupo de niñas y niños que escuchaban atentos y que, a veces, se empujaban un poco porque todos querían ver las ilustraciones.
Al terminar la hora del recreo de Infantil volví a la caja con los demás. Cuando salieron los de Primaria no nos hicieron mucho caso, al menos a mí no me cogió nadie. Lo entiendo, son mayores y preferían libros con más palabras. Todo acabó cuando sonó la sirena y nosotros volvimos de nuevo a la biblioteca, nuestra casa, de la mano de Francisco. Y aquí estoy, esperando a que vengan y disfruten de mi historia, porque no sabéis bien lo feliz que me hace observar los ojos de un niño o los de un adulto descubriéndome.

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