Con este título no apetece seguir leyendo, ¿verdad? Éste es uno de los problemas que presenta el ABUSO SEXUAL INFANTIL, que incomoda, que pone mal cuerpo, que es mejor ignorar porque “no va conmigo”. Pues sí, va con todos, de hecho, el 20% de la población reconoce haber sufrido abuso sexual en la infancia, y como es un tema difícil de reconocer, seguramente la cifra es aún mayor.
Esto significa que uno de cada cinco niños está en riesgo de padecer ABUSO SEXUAL INFANTIL, cuatro niños de cada aula están en peligro. No hay un perfil de abusador, como no lo hay de abusado, no importa el nivel económico ni el intelectual, es un problema que nos afecta a todos.
La mayoría de los ABUSOS SEXUALES INFANTILES se producen en el entorno cercano: por un miembro de la familia, un amigo (incluso de la misma edad), un educador, un entrenador… son personas de confianza. De hecho, suele ser la típica persona que “¡nunca diría que pudiera hacer algo así! ¡pero si es tan majo!” (o maja, que un 20% de los abusadores son mujeres). Son encantadores, es una de sus herramientas para seducir al menor. Además, suelen tener un estatus jerárquico superior, y se valen de esa superioridad para ejercer poder sobre el menor
El silencio es uno de los cómplices del ABUSO SEXUAL INFANTIL. Aunque hablamos abiertamente de hechos terribles como accidentes de tráfico, enfermedades devastadoras, robos con fuerza… cuando se trata de “algo sexual” nos revolvemos en la silla y volvemos la vista.
Hay que darle voz al ABUSO SEXUAL INFANTIL, si no somos capaces de hablar los adultos, ¿cómo podemos pretender que los niños lo hagan?
Para proteger a nuestros hijos del ABUSO SEXUAL INFANTIL tenemos que proceder desde tres frentes:
1- Prevenir: evitando a nuestros hijos de situaciones de vulnerabilidad, controlando con quién están, qué hacen, acompañándolos cuando sea posible, estando atentos a cambios bruscos en el carácter, observando que sus conductas sean adecuadas a su edad, y, sobre todo: escuchándoles.
2- Proteger: actuar ante cualquier mínima duda, escuchando activamente a nuestros hijos y respondiendo a sus inquietudes. En caso de sospecha de ABUSO SEXUAL INFANTIL se ha de activar un protocolo, es necesario que sea inmediatamente y con la mayor discreción para no afectar aún más la vida del menor. El menor se ha de sentir escuchado, entendido y protegido, si no, no será capaz de verbalizar el problema y lo interiorizará, pudiendo prolongarse en el tiempo, incluso años.
3- Ayudar: iniciado el protocolo, hay que ayudar al menor a volver a su vida normal cuanto antes, trabajando en equipo con profesionales, se ha de procurar que el niño o la niña sea capaz de recuperar su infancia minimizando las secuelas.
Observa, escucha y ofrece confianza y seguridad. Y HABLA. Si el niño no sabe qué es un ABUSO SEXUAL INFANTIL, seguramente no reconozca qué le está pasando. No hace falta explicarle en qué consiste, basta con que sepa que su cuerpo es suyo, que no tiene que dejar que nadie invada su intimidad y que si se ve incómodo con alguna situación nos lo debe comunicar con toda la confianza para que podamos ayudarle.